
Los créditos documentarios son una de las piezas claves en cualquier operación de exportación. Se trata del medio de pago que ofrece un mayor nivel de seguridad en las ventas internacionales, asegurando al exportador el cobro de su operación.
Evolución de los créditos documentarios
Los que tenemos una cierta edad y hace tiempo que nos dedicamos al mundo del comercio internacional seguro que recordamos como, hasta más o menos la entrada en circulación del euro, las principales oficinas bancarias de cada entidad disponían de un especialista en lo que ellos llamaban “negocio de extranjero”, unos profesionales que solían tener su propio y diferenciado espacio en las oficinas ya que, no en vano, el “negocio de extranjero” era, y aún es, un mundo aparte en el sector de la banca
Mucho ha llovido y muchas cosas han cambiado desde entonces. El circuito del negocio documentario, o sea el proceso que los créditos documentarios tenían que pasar entre que se emitían y se cobraban, era mucho más ágil que el actual. Y lo era, precisamente, por la presencia de estos profesionales de referencia en las oficinas bancarias. Ellos eran los responsables, por ejemplo, de revisarlos, cotejarlos y enviarlos, además de emitir directamente los mensajes SWIFT pertinentes o contactar con los bancos corresponsales
Este estrecho contacto entre el cliente y el responsable de “negocio de extranjero” era una garantía para que los créditos documentarios llegaran a buen fin. Si teníamos algún problema o había algún error, bastaba con una llamada de teléfono o con personarse de nuevo en la oficina. Esta relación, pese a los errores humanos, que los había, hacía que la tramitación de los créditos documentarios fuera un proceso personalizado y fiable y mucho más ágil que el actual circuito de negocio documentario.
El circuito de los créditos documentarios se concentra actualmente en unos centros específicos a los que las entidades bancarias envían toda nuestra documentación. Estos centros en algunos casos son empresas ajenas a la entidad financiera, donde esta última ha descentralizado la revisión documental.
Todo cambió con la llegada del euro y con la desaparición de buena parte de las divisas europeas como el franco, la peseta, el marco o la lira italiana. La mayoría de entidades financieras tomaron la decisión de recortar recursos humanos y de hacer desaparecer la figura de los especialistas en “negocio de extranjero” de sus oficinas.
Buena parte de las divisas desaparecieron es cierto, pues en el Espacio Económico Europeo se utiliza el euro como moneda de transacción, pero el negocio exterior no desapareció. Las importaciones y exportaciones había que pagarlas o cobrarlas y los trámites tenían que seguir realizándose a través de la banca.
Los créditos documentarios lógicamente no desaparecieron. La renuncia de las entidades bancarias a mantener a esos trabajadores especializados en comercio exterior provocó que el “negocio de extranjero” se concentrara en esos centros comentados, específicos y consagrados a tal fin. Una situación que se mantiene en la actualidad. ¿Cómo funcionamos desde entonces? Pues ahora como exportadores tenemos que enviar la documentación de cada operación a nuestra oficina bancaria para que lo reenvíe al centro especializado que tengan estipulado. Esto provoca no pocos problemas.
La principal consecuencia de este cambio en el circuito del negocio documentario es que las relaciones entre el exportador y las entidades bancarias se han vuelto poco ágiles y más arriesgadas.
Solo tenemos la garantía de éxito en el cobro si la documentación está en regla y perfecta en el momento de su primera presentación. Si hay problemas, la cosa se complica. Si tenemos que corregir documentos o presentar otros nuevos, porque se ha detectado alguna reserva o discrepancia, la seguridad en el cobro puede irse al traste.
A tal efecto es muy importante trabajar con una entidad financiera que nos permita relacionarnos electrónicamente (correo electrónico o circuito de banca on-line) para poder enviar directamente nuestra documentación escaneada al centro de revisión y que nuestra relación sea ágil y fluida con el fin de solventar y reponer cualquier error en la presentación documental antes de la fecha límite.
Incluso la presentación física final de la documentación será mejor enviarla directamente al Departamento centralizado de la entidad financiera a través de mensajería. Es mejor evitar el paso de la documentación y trámites aduaneros por la oficina bancaria pues como empezaba este escrito, ya no existen en las oficinas convencionales esos especialistas de antaño que sabían de la importancia de la agilidad y marcaban una agenda conjunta con el cliente.
Ramón Pau Mateo
Experto en comercio internacional